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"No toméis como ofensa el no miraros al rostro, pues siempre estamos inclinados para no desviar nuestros ojos del camino. Es esa nuestra antigua regla."


Redento, peregrino descalzo de la Orden de los Genuflectores, es un anciano que aparece con manos y pies atados y un botijo colgándole del cuello, haciendo que se encuentre doblado hacia delante. Redento menciona que está de peregrinaje, y cada vez que se le encuentre, se quejará de algún obstáculo de su camino. Si el Penitente ayuda a Redento en las ocasiones que lo necesita, completará su misión y obtendrá diversos objetos.

Se encuentra por primera vez en la Serranía del Ocaso Perpetuo, justo antes del descenso hacia Jondo. El Penitente debe llegar al otro lado del precipicio para activar los ascensores, y luego volver y hablar con él. Otorgará el Anular de Piedra Caliza.

La próxima vez se le encontrará en la Hermandad del Lamento Mudo, en la entrada que sigue a la Serranía del Ocaso Perpetuo. Se debe acceder al área tras la puerta y romper la pared hacia la que mira para permitirle el paso.

Se le puede encontrar de nuevo en el Yermo de las Iglesias Enterradas, en la última sección antes del Puente de los Tres Calvarios. Redento estará parado frente a una zona de espinas, esperando a que se rompa el árbol que hay en frente para poder pasar. Si se rompe y se habla con él, entregará el Meñique de Piedra Caliza.

Después, estará en el Patio de los Caminares Sordos, justo antes de entrar a la Madre de Madres. Una Amargura bloquea su camino, así que si esta es eliminada, otorgará al Penitente el Pulgar de Piedra Caliza. También puede que interactúe con Cleofás, dependiendo de cómo vaya su misión.

Finalmente, puede ser encontrado en la Madre de Madres, en una habitación a la derecha con la estatua del Primer Peregrino. Su diálogo dice que este no es su último destino, aunque se mueva la estatua. Para mover la estatua, se debe equipar los tres dedos recibidos de Redento y se revelará una sala secreta. Dentro está la reliquia Uña arrancada del barro. Al salir de la habitación, Redento se habrá ido. Si se entra de nuevo, en el suelo yacerá el cadáver de Redento y un Nudo de Hilo de Rosario.


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Ubicaciones[]

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Primer Encuentro ¡Oh, Penitente! Recorremos sendas extrañas bajo el mismo cielo. Sin más oficio y sin otro nombre. Soy clamado Redento, peregrino descalzo de la Orden de los Genuflectores. No toméis como ofensa el no miraros al rostro, pues siempre estamos inclinados para no desviar nuestros ojos del camino. Es esa nuestra antigua regla.

Nos encontramos ante Jondo, la gran campana enterrada erigida al revés para que su tañido hiciera vibrar la propia tierra y se extendiera hasta territorios lejanos. Ahora en lo que Jondo resuena es un profundo quejido trino, que viaja en ecos por sus largos círculos en espiral.
Mis pies desean cruzar al otro lado de este antiguo valle para continuar al siguiente destino. ¡Oh, pecados mios! ¿Quién me podría socorrer?

Hablando de nuevo Paro aquí para buscar un paso al otro lado y así continuar mi penitencia en el andar. ¡Ah! No os sea un desasosiego, Penitente en culpa. Ya encontrarán mis pies su ansiado caminar.

Que no hagan callo vuestros oficios ni en el alma ni en el cuerpo.



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