Pequeña esfera tallada con los restos de una hoguera injustamente encendida. Arde con el suave rescoldo de esas llamas, que no pudieron tocar la piel de Quirce. Imbuida de su poder, otorga gran protección ante el fuego.
Conseguida en la Muralla de las Santas Prohibiciones, cerca de un elevador y una verja cerrada. Usa las palancas cinco veces para abrirla.
Leyenda[]
Las terribles llamas consumían el cuerpo de Quirce mientras él gritaba de insoportable dolor. Pero no eran llamas corrientes, eran las llamas del Milagro. Las llamas lo calcinaban y, ante los ojos de los inquisidores, las llamas lo traían de vuelta, una y otra vez en una tortura sin igual. Arder y volver a arder. Gritar y volver a gritar. Quirce, el hijo de las hogueras, supo cual iba a ser su penitencia.