El dolor de la carne representaba la penitencia definitiva, el desapego del ser en forme persecución de la virtud. Este triste y desesperado canto rebosa de convicción, y recompensa a quien lo implora con energía vital al golpear a sus enemigos.
Recibido al arrodillarte ante la tumba de la Señora de la Bata de Cola en Donde se Marchitan los Olivos, accediendo al lugar al terminar la misión de Gémino o lanzándote al vacío con el Lienzo de Hilo de Oro equipado.
Leyenda[]
Déjame penar, déjame sufrir
Que llaga mía es una menos en tí
Déjame sangrar, déjame sentir
Que un corte mío es caricia en tí
Déjame llorar, déjame gemir
Que todas mis lágrimas son solo para mí
